martes, 31 de marzo de 2009


En la oración que nadie nos leyó,
descansa el tiempo sin final
en retazos de recuerdo sin color.
Y aun hoy nadie escribió
las voces pasadas de aquellas mañanas que el sentido nos arrancó.
Y el sol secó la angustia que gritó.
La lluvia amarga en la mañana... sin vos.
Y el mar se ahogó sin ver salir el sol,
sin abrazarlo, sin contarle lo que hizo hoy,
solo pudo extrañar su calor...

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