miércoles, 8 de abril de 2009


Pero a los ciegos no les gustan los sordos
y un corazón no se endurece por que sí,
no calentás la misma cama por dos noches.
Me reclamaba y no lo quise oír
hice de todo por impresionarlo
y dejé huérfano todo su penar.
No me gustó como nos despedimos,
daban sus labios rocío y no bebí!

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