martes, 7 de abril de 2009


Igual que el mosquito más tonto de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir; te sigo como les siguen los puntos finales a todas las frases suicidas que buscan su fin. Igual que el poeta que decide trabajar en un banco, sería posible que yo en el peor de los casos le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón haciendo que firme llorando esta declaración: Me callo porque es más cómodo engañarse, me callo porque ha ganado la razón al corazón. Pero pase lo que pase, y aunque otro me acompañe, en silencio te querré tan sólo a tí. Igual que el mendigo cree que el cine es un escaparate, igual que una flor resignada decora un despacho elegante, prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño y reir será un lujo que olvide cuando te haya olvidado. Pero igual que se espera como esperan en la Plaza de Mayo procuro encender en secreto una vela no sea que por si acaso un golpe de suerte algún día quiera que te vuelva a ver reduciendo estas palabras a un trozo de papel.

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