viernes, 17 de abril de 2009


El pasado que la atormenta. Las experiencias que le arrebatan de las manos las pocas esperanzas que la sostienen. Cada vez que apuesta a creer, sin darle protagonismo a todos sus miedos se encuentra tropezando una vez más, siempre con la misma piedra, siempre el mismo error. Ya no quiere creer, no puede. Sabe que si lo hace, lo más probable es que vuelva a caer y ya no sabe cuántas veces más podrá levantarse, ya que sus fuerzas disminuyen. Ellas se van yendo con cada desacierto, pero en verdad aún con tanta fragilidad se atreve a pensar que algún día, quién sabe cuándo en vez de tropezarse con una piedra, se encuentre con un hermoso paisaje con quién mirarlo en compañia, sin dolores, sin trabas solo con amor y resguardo.
Ella sueña, sin medir la altura y es así como cada vez que cae sus golpes son más intensos y las marcas más profundas y difíciles de borrar. Pero ella sueña porque sabe que nada de lo que pueda desear, es un anhelo real, alcanzable. Es su único método para escaparle a su realidad, a toda la mala suerte que la rodea desde que aprendió lo que significa querer.
Soñar es lo único que puede hacer. Crear situaciones y sensaciones que desearía expermientar. Ella sueña y sueña, con la esperanza de algún día poder ponerlos en la realidad.

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